2/8/13

¡NO ME ABURRO!


En el segundo capítulo de la serie documental “La historia del mundo” (canal Odisea) coinciden Ciro el Grande, Buda, Confucio y el esplendor de Atenas. Casi nada. En una hora, podemos asistir al momento en que Ciro perdona la vida a Creso, rey de Lidia (al menos, esto es lo que nos cuenta Heródoto), y también a la iluminación de Siddharta Gautama sentado a la sombra del árbol bodhi, a las reflexiones de Confucio en torno la vida buena y el buen gobierno del Estado, y la victoria de los atenienses frente a los persas en la batalla de Maratón. Es lo que tiene resumir la historia de la humanidad en ocho episodios: no hay tiempo para aburrirse.

Hace unos años, Fernando Garcés Blázquez escribió un bonito libro titulado “Historia del mundo sin los trozos aburridos” en el que explica, con saludable sentido del humor, los grandes éxitos de la humanidad. “Nada impide decir la verdad riendo”, escribió el poeta romano Horacio, así que nada impide contar la historia con una sonrisa a pesar de que, como diría Ángel González, esa historia está hecha casi siempre con sangre. “La historia del mundo” es también una historia del mundo sin los trozos aburridos, pero puede que necesitemos una serie documental que explique la historia con los trozos aburridos. Es en los trozos aburridos cuando entendemos a Ciro, a Buda, a Confucio y al Partenón de Atenas. Ver un partido de fútbol sin los trozos aburridos (jugadas intrascendentes, tertulias de los jugadores antes de lanzar una falta, inútiles protestas al árbitro, lesiones imaginarias o saques de banda eternos) es, sin duda, mucho más divertido que ver un partido completo, con sus indispensables trozos aburridos, y el resultado final es el mismo. Pero eso no es un partido de fútbol. Del mismo modo, ver un documental sobre Ciro, Buda, Confucio y Atenas sin los trozos aburridos es más divertido que ver un documental que explique por qué Ciro perdonó la vida a Creso, qué paso antes y después de que Siddharta Gautama se sentara a la sombra de un árbol, cuáles fueron las raíces del pensamiento de Confucio y qué circunstancias llevaron al estratego Milcíades a tomar las decisiones que tomó en la batalla de Maratón. Homer Simpson no gritaría “¡Me aburro!” viendo “La historia del mundo”, pero son las partes aburridas de la historia las que permiten entender las partes no aburridas.

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