27/6/14

LA PANTOJA Y SUS CONTACTOS


La remota tribu de los Cotillas venera el gran poder mágico famosil de Isabel Pantoja. Esta primitiva tribu la adora desde que la famosa tonadillera se casó con un torero muy famoso en una boda famosísima que culminó con la muerte famosérrima de él y la viudedad famoserrísima de ella. Desde entonces, los Cotillas siguen sus pasos y consideran que las personas que entran en contacto con ella se contagian mágicamente y adquieren su poder famosil, mayor cuanto más intenso sea el contacto. Acaba de publicarlo sir James Frazer Junior en su ensayo “La rama dorada revisited”.

Con quien fue más eficaz esta magia por contacto fue, claro, con su hijo Paquirrín. Esto no solo permitió a este iniciar su propia carrera de famoso famoso, sino que también ha podido contagiar a otras personas con la famosa magia famosa: su hijo, sus novias, sus exnovias, los nuevos novios de sus exnovias, las nuevas novias de los exnovios de sus exnovias, etc. Es la misma chifladura que ocurre con los objetos que pasaron a ser reliquias porque entraron en contacto con objetos que pasaron a ser reliquias porque entraron en contacto con objetos que pasaron a ser reliquias porque fueron tocadas por un santo; solo que el relicario de la tribu de los Cotillas no es una urna portátil de plata repujada y se llama Telecinco.

Pantoja contagió su poder mágico famosil por contacto a más personas. A su hija adoptada. Al hijo de su hija adoptada. Al padre del hijo de su hija adoptada. A la exnovia del padre del hijo de su hija adoptada. Al hijo de la exnovia del padre del hijo de su hija adoptada. Dos de ellos, en pleno lanzamiento de su carrera, fueron entrevistados y triunfaron estos días en “Hay una cosa que te quiero decir” y “Hable con ellas”. Sin embargo, el otrora adorable novio de la Pantoja (“Dientes, dientes, que es lo que más les jode”) y actual exnovio traidor, junto a la exmujer de este exnovio mutante y a la propia Pantoja, transitan ahora por el reverso tenebroso del poder mágico famosil. Los Cotillas la veneran igual porque son así de gilipollas.

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