26/11/17

METAZAPEANDO


Zapear un programa de zapping es una delicia conceptual semejante a ver el autorretrato de Norman Rockwell que aparece en el autorretrato de Norman Rockwell o contemplar la película “La rosa púrpura de El Cairo” que aparece en la película de Woody Allen “La rosa púrpura de El Cairo”. La semana que termina culminó con el gran especial de “Zapeando” destinado a celebrar su emisión número 1000. Todos estaban felices por haber alcanzado una cifra tan redonda -y tan infrecuente en la televisión actual-. Yo estaba feliz porque durante el programa especial se recordaron momentos destacados de estos años, y la idea de estar recordando momentos destacados de un programa que se dedica a recordar momentos destacados de otros programas me pareció todo un reto apasionante para cualquier crítico interesado en una teoría general sobre los programas de televisión. Vale, soy raro, pero tengo mi gracia.

“Zapeando” ha dado con la fórmula, es una especie triunfadora en un ecosistema feroz. Como cualquier biólogo evolucionista sabe, la clave del éxito darwiniano no necesita basarse en grandes innovaciones anatómicas o funcionales, sino que frecuentemente bastan pequeños retoques o leves ajustes para que un genotipo de incierto pronóstico se afiance en tiempos revueltos. ¿Fue el eje Pedroche-Simón-Morgade? ¿Fueron los textos de Quique Peinado, la solidez de Miki Nadal? ¿Fue -glups- Josie? Jamás lo sabremos. Ni la biología evolucionista ni la televisión son ciencias experimentales y nunca se pueden reproducir los hallazgos. Pero el caso es que “Zapeando” ha llegado a su programa 1000 sin hacer excesivamente el ridículo y eso le convierte en un programa principal por derecho propio, no en un mero programa secundario a otros. De hecho, alguna cadena podría aprovechar este nuevo estatus y crear un programa que zapee a “Zapeando”, viviendo de ofrecer y comentar sus fragmentos más divertidos. Se llamaría “Metazapeando”. Vale, sería un programa raro, pero tendría su gracia.

No hay comentarios: