24/3/18

UNA TELE A TUS PIES


Escribir un libro, tener un hijo y plantar un árbol está bien. Pero la vida buena y feliz estriba en tener un libro, conocer un amigo gay y disponer de una cadena de televisión.
                  
Teniendo un libro puedes avisar a tus allegados para que no estropeen fiestas y aniversarios cayendo en la tonta redundancia de regalarte otro. Un libro (ojo: solo uno) es el mejor parapeto para que no te disparen con más libros.

Conociendo un amigo gay puedes decir todas las barbaridades homófonas que te pida tu propia crapulencia: si te acusan de homofobia, lo niegas aduciendo que tienes un amigo gay. Un amigo gay es el mejor parapeto para disparar barbaridades.

Disponiendo de una cadena de televisión ya eres el rey del mundo. No es necesario que sea de tu propiedad, basta que esté a tu servicio. Es el mejor parapeto para todo.

Pongamos que eres presidenta de una comunidad autónoma, pongamos que descubren algún problemilla con tu expediente académico, pongamos que hablo de Madrid. Puedes optar por no comparecer en el pleno de la Asamblea, entrar por la gatera para esquivar a las cámaras, y no responder a las preguntas para evitar a los medios. Pero luego no podrás contrarrestar tanta huida con un comunicado y un vídeo en Periscope. Y menos si Buenafuente, Wyoming y Dani Mateo (qué dañino es el humor) atizan el escándalo en directo con sus bromitas desde las cómodas poltronas de su programa diario en una empresa privada. Una tele a tu servicio es aquí muy útil. Media hora al teléfono en “El cascabel” de Trece, donde no tienes que hacer nada porque ya te lo dan todo hecho, es el mejor parapeto para simular que das la cara y no hay nada que ocultar.

¿Y si corres peligro de que te reprochen que tus palabras vacías cansan, o que tus discursos no dan esperanza y disparan contra ese momento histórico en que España empezaba a caminar libre de aquel Caudillo por la gracia de Dios? Puedes utilizar la Misa de La 2 como Juan Antonio Reig, obispo de Alcalá, de parapeto para disparar contra el mal que trajo a España la Movida (recordemos: Transición=bueno, Movida=malo), y ser tú quien lamente que “En España estamos cansados de palabras vacías, de discursos que no vivifican la esperanza”.

O sea, que un libro y un amigo gay molan, pero como una tele a tus pies no lo hay. Y si no hay que rendir cuentas ante nadie porque unos amigos te pagan la ronda, mejor que mejor.

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