Llevo años observando que la probabilidad de que se produzca una apuesta por la programación infantil en televisión es directamente proporcional a lo cercano que está el mes de diciembre. En años anteriores, antes de diciembre se estrenaron programas infantiles (un ejemplo: “Los Lunnis”), se recuperó la franja infantil vespertina en la parrilla o se renovó la programación para adaptarla a los gustos de la grey infantil (no me miren así, a los rapaces siempre se los llamó “la grey infantil” y nunca pasó nada). Es después de diciembre cuando las cosas empeoran, como pasó la última vez que TVE recuperó la franja infantil vespertina: antes de diciembre reapareció y después de diciembre desapareció. ¿Por qué ocurre esto? ¿Tendrá algo que ver con interés de los anunciantes en tener controlados a los niños frente al televisor para poder dictarles su carta a los Reyes Magos?

Es casualidad, ya lo sé, pero Telecinco acaba de anunciar “una nueva vertebración de su programación infantil”. No declaran que quieren decir a los niños lo que tienen que pedir a los Reyes, claro, sino que abren “nuevas vías de comunicación publicitaria a sectores de la economía que dirigen sus productos hacia el target infantil y juvenil”. Qué sutiles. Aquí somos más bastos. Y ya que cada vez son más los que piensan que defender públicamente criterios propios frente a lo que dice la tele es una forma de manipulación, no nos queda otra: ¡A manipulaaar!
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