5/9/10

LA REVERENDA CARMEN LOMANA

Cuentan Les Luthiers que la voz del joven Yoghurtu Nghé tenía la sonoridad del rugido del león, la calidez del ronquido de la pantera, la grave aspereza del bramar del bisonte. O sea, que cantando era un animal. Aún así, cuando tuvo que huir precipitadamente de su aldea por culpa de la escasez de rinocerontes y marchó a Estados Unidos, intentó triunfar como músico, donde realizó una prueba para el coro de la congregación que dirigía el reverendo O’Hara: “El reverendo O’Hara tiene muy buena voz, y ha enseñado su técnica a todos los integrantes del coro. Oyéndolos, se nota que todos ellos cantan… como el reverendo”.

Así son las cosas. Tras varios años y varias ediciones de “Operación triunfo”, remesas y remesas de jóvenes convencidos de tener tan buena voz como Yoghurtu han pugnado por apuntarse al coro de “Operación triunfo”. Lo que hemos conseguido es tener por ahí sueltos un montón de triunfitos y todos cantan igual… todos como el reverendo. Después vino “Fama” y empezó a llenar las tardes de tipos y tipas empeñadas en bailar como el reverendo. Y, por si no fuera poco, ahora tenemos entre nosotros “Las joyas de la corona”. Así descubrimos que cantar en el coro del reverendo y bailar su coreografía es lo menos malo que podía ocurrirnos.

Nos venden ahora que lo que la peña tiene que aprender en los tiempos que corren es la técnica de la reverenda Carmen Lomana, para comportarse igual ella. Dejas en sus manos un montón de animales que rugen como leones, roncan como panteras y braman como bisontes, y Lomana los transforma en triunfadores que nada son pero saben estar como personitas de verdad. Ante “Las joyas de la corona”, los espectadores podemos aprender de lo que O’Hara le dijo a Yoghurtu: un solista como él cantando en un coro era un verdadero desperdicio, y O’Hara tenía por norma deshacerse de los desperdicios.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un prgrama hecho para reirnos de los de los "participantes". Un paso adelante sería reirnos directamente de Carmen Lomana. Aunque lo verdaderamente justo sería tener el suficiente orgullo y la suficiente autoestima para reirnos de los productores y creadores del mismo.