 Telecinco acaba de rechazar un programa en el que Esteban recorría España mostrando lugares, costumbres y personajes de diferentes provincias. Grabó dos pilotos en Granada y Asturias, pero no funcionaron y frenó el proyecto. Aquellas visitas esperanzaron a quienes creyeron que este programa de la ex esposa del ex torero atraería visitas y mejoraría el turismo en la zona. También preocuparon a quienes pensaron que, aunque así fuera, preferirían no deberle nada a Belén Esteban: “No en mi nombre”. Pero se trató de una falsa esperanza y de una falsa alarma.
Telecinco acaba de rechazar un programa en el que Esteban recorría España mostrando lugares, costumbres y personajes de diferentes provincias. Grabó dos pilotos en Granada y Asturias, pero no funcionaron y frenó el proyecto. Aquellas visitas esperanzaron a quienes creyeron que este programa de la ex esposa del ex torero atraería visitas y mejoraría el turismo en la zona. También preocuparon a quienes pensaron que, aunque así fuera, preferirían no deberle nada a Belén Esteban: “No en mi nombre”. Pero se trató de una falsa esperanza y de una falsa alarma.
Es que Esteban recorriendo España se aleja demasiado de su piel, que es el límite de sus dominios. Y más allá de este límite, no aporta nada, no es nada, no funciona. La presencia de la princesa del pueblo en nuestras calles no supone el culmen de un viaje de ida y vuelta desde el pueblo del que procede hasta el pueblo que la acoge. No dispone de ningún protocolo real que la proteja, así que no puede romperlo, como hace la real Familia Real, para reunirse con los suyos. Solo es la princesa del pueblo cuando hay una pantalla de por medio envolviendo su piel. Y la pantalla confirma que, más allá de sus muecas, poses, gestos, mohínes, ademanes, posturas, contorsiones y aspavientos, no es nada.
 
 
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