27/11/13

LECCIONES DE LA HISTORIA

Entre el Nerón encarnado por Peter Ustinov en la película “Quo vadis” y el Nerón que describe el historiador romano Tácito hay muchos nerones. Muchos nerones de cine (el de Charles Laughton en “El signo de la cruz”, por ejemplo) y muchos nerones de los historiadores (el Nerón de Flavio Josefo o el de Suetonio). El Nerón de la serie documental “Antigua Roma: la grandeza y caída del Imperio romano” (Canal Odisea) es una mezcla entre los nerones de cine y los nerones de los historiadores. El emperador Nerón está interpretado por Michael Sheen (el estupendo actor que se puso en la piel del entrenador Brian Clough en “The Damned United”), que pone las habituales caras de loco que ya forman parte de la iconografía neroniana. El cine. Pero detrás de la serie está la BBC y la prestigiosa experta en el mundo clásico Mary Beard, que se sabe de memoria a Tácito y Suetonio. Historia. El resultado es un producto que no entusiasmará ni a los fans de Peter Ustinov ni a los lectores de Tácito, pero que tampoco enfadará a quienes no olvidan a Peter Laughton ni a los que aprendieron todo lo que saben del triunfo romano o de Pompeya leyendo a Mary Beard.

Adela Cortina suele decir que los constructos filosóficos producen zombis, más que seres humanos de carne y hueso, y algo parecido se podría decir de los algunos constructos históricos. La serie documental “Antigua Roma: la grandeza y caída del Imperio romano” intenta no caer en la zombificación de Julio César, Nerón o Constantino sin llegar a la vulgarización de un Nerón chiflado tocando la lira mientras arde Roma. No es una tarea fácil. El capítulo dedicado a Nerón de la serie producida por la BBC mezcló momentos inspirados en Peter Ustinov con reflexiones extraídas de Tácito, aunque el resultado no siempre mantuvo el equilibrio que se espera en un producto que pretende ser de alta divulgación. El mejor momento de “Nerón” vino al final, cuando el emperador está a punto de suicidarse y se pregunta por qué, si no es un dios, pudo cometer tantos asesinatos y robos sin que le pasara nada. En el teatro griego, los dioses obran, pero no se justifican. Nerón fue un dios mientras obró y no intentó justificarse. Nerón, que se creía un gran artista, quiso justificarse cuando todo estaba ya perdido y, en ese momento, dejó de ser un dios. Y luego dicen que la historia no sirve para nada.

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