20/11/13

¿VAMOS A ROBAR PERAS?


La última ficción televisiva ha tenido a bien ofrecernos estupendos modelos del mal. Abundan los personajes malos, pero malos fascinantes, no malotes, ni chiflados, ni aprendices de psicópatas. Buenos malos. Fernando Savater distingue en “Malos y malditos” entre los que son malos porque quieren serlo (el profesor Moriarty, por ejemplo) y los que quieren ser buenos pero acaban haciendo daño porque los demás no les ayudan, les rechazan o no les entienden (el monstruo de Frankenstein, por ejemplo). Los malditos tienen más matices, pero los malos nos atraen más. A los buenos todo el mundo les quiere, así que pasaremos de ellos. Perdón.

En la brutal “Banshee” (Canal+) los espectadores nos ponemos de parte de un maldito como Lucas Hood, un criminal que termina ejerciendo como sheriff, pero no podemos apartar la mirada del malo Kai Proctor ni, mucho menos, del malísimo y despiadado Mr. Rabbit (interpretado por Ben Cross). La serie “Rehenes” (TNT) no da tregua al espectador ni a la familia de la doctora Ellie Sanders, pero el hierático e inteligente Duncan Carlisle no es malo, sino maldito. Por eso “Rehenes” se parará cuando se agote la cuerda del guion. Y Ray Donovan, el solucionador de problemas de la serie que lleva su nombre (Canal+), es también un maldito, pero su padre Mickey Donovan (interpretado por el gran Jon Voight), es un malo puro. Como ven, la cosecha de malos y malditos es excelente. Pero, si hay que elegir, yo me quedo con Kai Proctor, el malo que domina la ciudad de Banshee, el tío de la guapísima Rebecca, el despiadado hombre desheredado por su familia amish que siempre lleva abrochado el primer botón de la camisa.

Cuenta san Agustín de Hipona en sus “Confesiones” que una vez, en su juventud, robó unas peras con sus amigos, pero no lo hizo porque tuviera hambre, ni siquiera porque le gustara el sabor de las peras (las peras robadas terminaron alimentando a una piara de cerdos). San Agustín concluye que no era la fruta lo que le daba placer, sino el delito mismo: “Era el pecado lo que daba sabor a las peras”. Como san Agustín, parece que Kai Proctor ama más el delito que las peras robadas. Y eso convierte al señor Proctor en un malo atractivo al que, ay, uno podría acompañar a robar peras en una aburrida tarde de invierno en Banshee. Da un poco de miedo, ¿no?

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