22/11/13

UNA TORTILLA VISTA DESDE ARRIBA (aka INTRODUCCIÓN A LA FENOMENOLOGÍA)


En su “Introducción a la fenomenología”, -también conocida por su subtítulo “Se enciende la noche”, estrenada el otro día en Telecinco-, Jordi González explicó de manera insuperable el fundamento de su sistema filosófico. “Una tortilla”, dijo, “vista desde arriba es un círculo; una tortilla vista desde un lado es otra cosa”. La historia del pensamiento está esculpida a base de sentencias como ésta. Glez estrenaba el nuevo magacín golfo-nocturno de Mediaset y, generoso como siempre es, le regalaba quince minutos de gloria televisiva a un macarra cuyo único mérito era maltratar continuadamente a su madre. En un reportaje le vimos actuando en su casa fuera de sí, deseando a gritos la muerte de la mujer y destrozando el mobiliario doméstico. Y luego, dado el indudable valor de su testimonio, le vimos en plató. Maqueadito. Chulito y nerviosito. Tensito pero con media sonrisita. Sin acabar de creerse que amenazar con hostiar a una madre diariamente te termina llevando bajo los focos de un estreno en Telecinco y ser entrevistado en directo por Jordi González y una tía que está muy buena.

Es cierto que una tortilla se ve diferente desde arriba y desde un lado. Pero también es cierto que el reconocimiento de la subjetividad perceptiva no niega la posibilidad de la objetividad. La tortilla será un círculo o una línea, pero, se mire como se mire, contiene 250 kCal por cada 100 gramos. Y la entrevista al matón que Telecinco nos ofreció el pasado martes se puede ver en el televisor o por internet, pero, más allá de la fenomenología, supuso objetivamente uno de los momentos más obscenos que hemos contemplado en nuestras pantallas en los últimos meses. Cabe una ciencia de las tortillas, de las entrevistas a maltratadores y de los late night de Telecinco. “Se enciende la noche” visto desde arriba es un círculo; “Se enciende la noche” visto desde un lado es otra cosa; y “Se enciende la noche”, se vea desde donde se vea, es el nuevo envase de telebasura con el que Jordi González regresa al campo de la filosofía.

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