29/1/14

80 ÚTEROS DE ARMAS TOMAR


Estrenos y reestrenos en la noche del lunes. Entre tener que echar la pota en La 1 viendo la asquerosa vuelta de “¡Mira quién baila!” a la tele pública o tener que echar la pota en laSexta viendo otra tanda de restaurantes con más mierda que el palo de un gallinero en “Pesadilla en la cocina”, es preferible quitarse de en medio embarcando en “El corazón del océano”, la nueva serie de aventuras de Antena 3 que intenta sustituir a la exitosa “El tiempo entre costuras”.

“El corazón del océano” está basada en un hecho histórico: el viaje de 80 doncellas españolas que en el siglo XVI fueron a América para casarse con los conquistadores españoles y frenar así el mestizaje con las indias de las Indias, algo que preocupaba al emperador Carlos I. Por supuesto, hay que atraer audiencia, así que hay chicos guapos y chicas guapas, simpáticos divertidos y canallas encantadores, amor, drama, comedia y acción. Hay también mujeres de armas tomar muy del gusto de un público contemporáneo que vio “Pretty woman” y “Sexo en Nueva York”, un público que no está dispuesto a engancharse sin más a una serie en la que un imperio preocupado por mantener los privilegios de una élite, envía a sus hombres un paquete regalo de 80 úteros puros cuya misión es someterse y engendrar a la primera generación dirigente hispanoamericana.

Será cosa mía pero, por algún motivo, viéndolo me acordé de “La noche temática” del sábado pasado. Emitió un reportaje espeluznante sobre los Lebensborn, paritorios creados por los nazis para que hombres y mujeres seleccionados según sus criterios de pureza racial engendraran una generación de niños que expandieran la raza aria por Europa. Aquellos bebés hoy pasan de los 70 años y no salen en ninguna serie de Antena 3.

Qué manía esta de tratar a las mujeres como pistilos sumisos en los que varones e imperios (tanto terrenales como celestiales) se empeñan en implantar sus homúnculos y sus prejuicios. Lleva siglos entre nosotros y aún no nos deja ver la tele tranquilos. Del aborto, ya ni hablamos.

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