20/8/14

"PUJOL"

Una de las frases más repetidas del verano asegura que si el escándalo Pujol hubiera ocurrido en los Estados Unidos de Norteamérica el ex-president ya estaría encarcelado -existen otras versiones que señalan que Artur Mas ya habría dimitido, que Convergència i Unió ya se habría disuelto o que un tsunami gigante ya hubiera hundido todo el territorio catalán en el proceloso Mediterráneo; lo fundamental es que la frase lleve en algún lado el adverbio “ya”-. No lo sé. De lo que no tengo ninguna duda es de que si el escandalo Pujol hubiera ocurrido en los Estados Unidos el ex-president ya -¿ven?- sería el protagonista de una serie de televisión extraordinariamente buena realizada por la HBO, Netflix o Showtime. Una miniserie. Cinco episodios, como mucho. Seis. Pero cubriendo los últimos treinta y cinco años de la historia de España. Del “tranquilo, Jordi, tranquilo” al “¿pero de qué herencia hablas, Jordi?”.

Danny DeVito espectacular en su recreación del político catalán. Meryl Streep como Marta Ferrusola -no tanto por su parecido con la esposa del mandatario, como por la certeza indiscutible de que Streep es la actriz idónea para encarnar cualquier papel femenino en este planeta y una parte no despreciable de los masculinos-. Artur Mas, Andy García. Morgan Freeman -esto no es negociable, hay que meter a Morgan Freeman como sea- haciendo de... Tarradellas, o de Felipe González, o de Pilar Rahola. El cartel, Danny DeVito hablando a la multitud congregada en la Plaza de Sant Jaume subido a unos cuantos maletines para poder alcanzar la altura del balcón. El eslogan, “Mintió durante 30 años a su pueblo. Tal como le había pedido su pueblo”.

“Pujol”. Si la vida te da limones, haz limonada. Y si la vida te da biografías públicas tan monstruosamente brutales como la que acaba de cuajar Jordi Pujol con su confesión, haz series de televisión. Pero esto es España; podemos despedirnos de la serie que los estadounidenses hubieran disfrutado si la familia Pujol Ferrusola fuera de Tejas. Antes un tsunami gigante hundiría todo el territorio catalán en el proceloso Mediterráneo.

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