27/6/16

LA CONCHA DE SU MADRE


José Mota quería una serie. TVE se la dio, pero san Pedro no se la bendijo. “El hombre de tu vida” se estrenó un jueves en horario de máxima audiencia y se dejó morir de madrugada sabiendo que la audiencia no quería una segunda temporada.

Cuando por aquí hablábamos latín llamábamos al Mediterráneo “Mare Nostrum”. Ahora que hablamos esta moderna forma de latín que están leyendo deberíamos hacer lo mismo con el Atlántico y llamarlo “Océano Nuestro”. No porque nos una un poder militar común, sino porque nos une la lengua. A un lado y al otro del Océano Nuestro hablamos un poco distinto, pero igual. La literatura, los viajes, la música, el cine y la tele tienden puentes de mil ojos y millones de oídos entre orilla y orilla manteniéndonos unidos. Por los culebrones transitan carretas repletas de palabras, acentos, giros y nombres uniendo países en un mismo pueblo que comparte historias y mitos. Nada nuevo bajo el Sol. También las polis griegas fueron abastecidas de un cargamento similar a bordo de cóncavas naves que, con permiso de Poseidón, surcaban el vinoso mar cargadas con las historias de los argonautas en busca del Vellocino de oro, de la cólera funesta de Aquiles en Troya o del ingenio de Odiseo, rey de Ítaca. Las polis podían guerrear entre ellas, pero lo hacían en la misma lengua. El latín nos unió igual que antes lo había hecho el griego. ¿Y ahora?

TVE decidió emitir la serie argentina “El hombre de tu vida” del gran Juan José Campanella (creador de la inolvidable serie “Vientos de agua”, emitida hace 10 años en Telecinco). Sería otro bonito puente sobre el Océano Nuestro reuniendo un pueblo de cientos de millones de hablantes si no fuera porque decidió dinamitarlo encargando a Mota que rehiciera la serie borrándole el acento argentino. No tuvo audiencia, mejor así. La Real Academia Española, que tanto trabaja junto a las academias de la lengua del otro lado para mantener la unidad de nuestro idioma en su rica variedad, estará a cuadros. Tras Eurovisión en inglés, ahora esto. Qué forma de malgastar el dinero público, la concha de su madre.

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