Y todo esto no tiene nada que ver con la separación efectiva entre el cine histórico-épico-religioso y la Semana Santa. ¿Qué es un jueves santo televisivo sin Peter Ustinov en “Quo Vadis” tocando la lira mientras arde Roma? ¿Qué es un viernes santo televisivo sin Charlton Heston en “Ben-Hur” echando una mano a Jesús de Nazaret camino del Calvario? ¿Qué es un sábado santo televisivo sin un buen “peplum” en el que unos cuantos cristianos cantan abrazados mientras esperan a ser devorados por los leones? Ni doscientos millones de años de geología y civilización podrán separar a Judá Ben-Hur de la Semana Santa. Las bicicletas son para el verano, la película “¡Qué bello es vivir!” es para la Navidad, y “Quo vadis”, “Ben-Hur”, “Los Diez Mandamientos”, “Los últimos días de Pompeya” y “Espartaco” son para la Semana Santa. Punto. Si un político quiere ir a una procesión me gustaría que lo hiciera sin corbata y mezclado con los fieles o con los espectadores, pero sobre todo quiero que las cadenas televisivas programen “Ben-Hur” en Semana Santa para que los espectadores podamos disfrutar del duelo de cuadrigas entre Judá y Mesala con la complicidad que nunca podrá ofrecer un frío DVD.Que la Iglesia sea Nueva York y que el Estado sea Marruecos. Pero que dentro de doscientos millones de años podamos decir: ven, Hur, ya estamos en Semana Santa. Amén.











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