5/11/12

CUECES PARA LA DEMOCRACIA


El cocinero Alberto Chicote va de restaurante en restaurante aplicando sus métodos poco ortodoxos. El programa se llama “Pesadilla en la cocina” y triunfa en la noche de los viernes de laSexta desde hace dos semanas. Qué lejos quedan los días en que los métodos poco ortodoxos eran exclusivos de los policías resabiados y detectives privados del cine negro. Le dedicaríamos al espacio una crítica poco ortodoxa si no fuera por que los métodos poco ortodoxos son ya tan habituales que ahora lo poco ortodoxo es usar métodos ortodoxos.

Chicote visita restaurantes en los que el negocio está al borde de la quiebra, la cocina no funciona, la carta está descuidada, la decoración está abandonada, la familia que lo regenta está a punto de saltar por los aires y la vida personal del dueño navega a la deriva. Todo lo arregla Chicote después de soltar dos docenas de frases lapidarias y un par torpedos a la línea de flotación al cernícalo que regenta el negocio. Es un planteamiento de programa que no me interesa y sin embargo he visto las dos primeras emisiones boquiabierto. ¿Por qué? Porque permite comprobar que en España hacen más falta inspecciones de Sanidad que inspecciones de Hacienda, que ya es decir.

Cocinas con moscas, cucarachas y arañas, posos en el fondo del aceite de freír, cuencos con carne y pescado mezclados, frutas y verduras que se sirven sin lavar, grasa pegada por todas partes, cepillos de dientes entre los vasos, latas de conserva caducadas, neveras con comida amontonada sin orden ni concierto, platos congelados sin envasar para servir recalentados, salsas mohosas, carne cortada en una tabla con las escamas de haber cortado antes pescado, porquería por doquier. Al final todos se abrazan porque Chicote ha redecorado el local, el cernícalo se ilusiona y promete hacer las cosas mejor. Quita las ganas de comer fuera de casa. ¿De verdad, tío, quieres que creamos que ahora vas a limpiar porque te lo dijo Chicote? Tanto como nada. Tanto como si dijeras que cuando cocinas cueces para la democracia.

1 comentario:

Malax dijo...

El programa da vergüenza ajena, intenta imitar al Ramsey, pero, aun no siendo este último uno de mis preferidos en programas sobre gastronomía, está a años luz del inglés. Qué horterada total: él, los resatauradores, y el público que le siga.