
Carmen Lomana se estrena el otro día como analista política en uno de esos canales del TDT party y la peña se sorprende. Sorpresa, ninguna. Todos sabemos lo que va a decir cualquiera desde el instante en que vemos que está en el plató de uno de esos programas ultras que tienen tanta diversidad ideológica como modificaciones admitía en la cadena de montaje el Ford T. Pero en el caso de Lomana no hacía falta esperar a verla allí para averiguar lo que podía soltar por esa boca tan suya y tan de su cirujano, tan expresiva y tan rica en movimientos como la de Monchito, aquel muñeco del ex ventrílocuo José Luis Moreno. ¿Su opinión sobre la política nacional o el redentor despido libre? Lo único que Lomana hizo el otro día fue expresar con palabras lo mismo que repite desde que sale por la tele con su pose, con sus consejos estéticos, con sus opiniones sobre bolsos y complementos, con su sola presencia. ¿No están Mario y Alaska, protagonistas de “Alaska y Mario”, a partir un piñón con Jiménez Losantos? Pues eso.
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