10/12/14

DEL RIGOR EN LAS SERIES

En aquel imperio llamado Fox el arte de la cartografía logró tal perfección que, antes de cada nuevo capítulo de “The Walking Dead”, el mapa de esa provincia ocupaba toda una ciudad, y el mapa de la serie creada por Frank Darabont basada en el cómic de Robert Kirkman ocupaba toda una provincia de la cadena. Estos mapas desmesurados no satisficieron y tanto el Colegio de Aficionados a los Zombis como el Colegio de Seguidores de la Evolución Moral de Rick Grimes obligaron a levantar antes de cada nuevo capítulo de la quinta temporada de “The Walking Dead” un mapa del capítulo anterior que tenía el mismo tamaño del capítulo y coincidía puntualmente con él. Y así hasta el fin de la primera parte de la quinta temporada.

Pero el imperio de Fox no estrenará la segunda parte de la quinta temporada de “The Walking Dead” hasta febrero del próximo año, así que las nuevas generaciones de seriéfilos entendieron que ese dilatado mapa era ya inútil porque tanto los miembros del Colegio de Aficionados a los Zombis como los del Colegio de Seguidores de la Evolución Moral de Rick Grimes sólo estaban interesados en las novedades que llegarán dentro de unos meses, y no en los mapas exactos y desmesurados de los capítulos ya vistos. Esas nuevas generaciones, no sin impiedad, entregaron esos mapas desmesurados que Fox insistía en reemitir hasta la llegada de los nuevos capítulos de “The Walking Dead” a las inclemencias del sol y del invierno, de modo que en los desiertos del oeste de la programación de Fox perduran despedazadas ruinas de los mapas de los viejos capítulos de la primera parte de la quinta temporada de las aventuras de Rick Grimes en un desolado mundo de zombis y monstruos humanos; ruinas habitadas por animales que no saben nada de la serie porque no han visto, o han visto mal, las cuatro temporadas anteriores y mendigos que buscan pasar el rato apretando los botones del mando a distancia. En todo el País del horario de máxima audiencia de Fox no hay otra reliquia de las disciplinas geográficas.

Gracias por todo, Jorge Luis Borges.

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