
Odón, abad de Cluny en
el siglo X, decía que si los hombres vieran lo que hay debajo de la piel, la
mera vista de los cuerpos nos levantaría el estómago. En el primer capítulo de
“The Knick”, el doctor Thackery y su colega se proponen hacer una complicadísima
cesárea en cien segundos. Pues bien, algunos aguantamos menos de cien segundos
con los ojos fijos en la pantalla del televisor porque el realismo y el crudo
detalle de las imágenes de la serie creada por Steven Soderberg levantan el
estómago de los que tenemos en el asesinato en la ducha de Marion Crane la
frontera de lo soportable. “The Knick” es una serie dura porque la vida y la
muerte en un hospital neoyorquino de principios del siglo pasado eran muy duras.
La razón puede soportar el racismo del doctor Thackery por los mismos motivos
históricos por los que podemos entender la defensa de la esclavitud por parte de
Aristóteles, pero el estómago no tiene nada que ver con la razón. Si usted puede
aguantar cien segundos acompañando al doctor Thackery en el quirófano del
hospital The Knickerbocker, le garantizo que seguirá con él hasta el
infinito y más allá. Si no, tendrá que negociar con su
estómago.
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